Durante los últimos veinte años, los avances en neurofisiología, biología molecular y bioquímica fruto de las investigaciones llevadas a cabo por equipos multi e interdisciplinarios en los campos de la Neurología, Psiquiatría, Psicología, Inmunología y Endocrinología, han creado una perspectiva científica cada vez más integral del individuo, una relación mente-cuerpo, que hasta no hace mucho tiempo era negada sistemáticamente por nuestros científicos. Probablemente, superar completamente el paradigma de que el hombre es una realidad dual (psique-cuerpo) nos llevará algunos años o décadas más. La impronta de R. Descartes (1662) Julien Offroy de la Mettrie (1748) Claude Bernald, (1865) y otros, como acercamiento epistemológico de la salud, donde ésta es el resultado del óptimo funcionamiento de las piezas del organismo, ha resultado muy conveniente en medio de la todopoderosa industria tecno-médica, donde el máximo exponente de logro es la alta especialización, siendo el facultativo más valorado el que sabe más de una sola parte de ese “engranaje humano”. 

Ya durante el siglo XX se realizaron importantes esfuerzos para superar este paradigma reduccionista y mecanicista, tales como el enfoque antropológico y psicosomático que adelantaron hipótesis de trabajo que implica la concepción de un hombre que actúa como una totalidad antropológica, biológica, social, histórica, psicológica. Ciertamente, esta visión psicosomática, aunque  no logró materializarse como forma científica de entender a la persona por la dificultad de expresar sus postulados en un código bioquímico, que es el lenguaje inteligible de la ciencia médica positiva, sí sirvieron de soporte teórico a los hallazgos experimentales que dieron forma a la constitución de la Psiconeuroinmunología, es decir a la interacción entre el sistema nervioso, el sistema endocrino, el ámbito psicológico y el sistema inmune, en un permanente intercambio de información bidireccional y multidireccional. 

¡Qué poco nos sorprende esto a los que practicamos o estamos, de alguna manera, inmersos en  cualquiera de las terapias integrales e integrativas!. ¿Cómo nos va a sorprender si siempre hemos contemplado al individuo con esa visión global y holística?-. Pues bien, nosotros (médicos, nutricionistas y terapeutas, integrativos), que trabajamos con esta visión, podemos y tenemos que aportar (porque estamos moralmente autorizados para ello) la experiencia que hemos adquirido en las últimas décadas de observación y experimentación. 

Hagamos, para empezar, un pequeño recuerdo histórico.

En el año 1.968  el matrimonio de investigadores formado por Ron y Janice Kiecolt-Glaser, iniciaron sus experiencias y descubrimientos in vitro de cómo el estrés agudo afecta directamente al sistema inmunitario; pero les faltaba un hecho esencial, y era constatar cómo ocurría esto realmente en nuestro cuerpo, porque medio o sistema se establecía la comunicación. Hasta que en 1.988, veinte años después y por casualidad, Suzanne Felten con un microscopio electrónico pudo observar y demostrar, cómo el cerebro transmite información a un linfocito mediante las células nerviosas. Estos fueron los padres de la Neuro-Psico-Inmunología

Los posteriores estudios de Ed Blalock sobre el efecto del estrés crónico en las hormonas, siguiendo los trabajos de Hans Seyle sobre el Síndrome General de Adaptación que publicó en 1.936, han sido también de una importancia vital para desarrollar otra gran alianza: la Neuro-Endocrinología

Sigmund Freud (que no debemos olvidar, era neurólogo y sus razonamientos iniciales partieron de esa base) se distanció intencionadamente de los aspectos cerebrales, en buena medida porque el conocimiento disponible que se tenía entonces sobre el cerebro resultaba insuficiente para intentar cualquier aproximación a una psicobiología coherente. Un siglo después, y gracias a las nuevas técnicas de neuro-radiología (TEP y SPECT), tenemos la oportunidad de seguir el rastro y la huella de las emociones en nuestro cerebro «quemando» o utilizando más cantidades de neurotransmisores excitatorios y azúcares,  (trazándolos con isótopos radioactivos) y cómo nuestro cerebro utiliza una metodología de aprendizaje para compensarlas mediante otros neurotransmisores inhibitorios y proteínas, se ha encontrado la relación directa entre el modelo de psiquismo que propuso Freud, la función de las áreas cerebrales y la bioquímica de las emociones. A esta disciplina se la denomina Neuro-Psicoanálisis

Hay otras especialidades dentro de la psicología que contemplan otras áreas, como por ejemplo las de la percepción, cognitivas, sensoriales y de inteligencia, pero entendiendo que siempre depende del estado afectivo interno (El cerebro emocional según Joseph E. Le Doux), y de la influencia de la genética, que transfiere unos rasgos psicológicos determinados, a los que llamamos «instinto». A esta especialidad le llamamos Psicobiología y su objetivo será el estudio de la conducta.

Podemos entender, por tanto, que la Psico-neuro-inmuno-endocrinología sea considerada como una rama del estudio de la Salud, que tiene por objeto el análisis de los cuatro sistemas de control que tiene el organismo humano: el psicológico, el neurológico, el inmunológico y el endocrinológico. Comprende el estudio de los mecanismos de regulación y de control del organismo, entendiendo que La comunicación entre sus integrantes implica la puesta en marcha de señalizaciones moleculares que expresan distintos idiomas: un idioma psíquico-neurológico dado por los neurotrasmisores, otro inmunológico, dado por las interleuquinas y otro endocrinológico dado por las hormonas. Estos sistemas se interrelacionan, se automodulan y sus productos se sintetizan y actúan en cualquiera de los tres sistemas implicados (cerebro, hipófisis, tejidos glandulares y células del sistema inmune). 

Aunque estamos hablando de una visión profundamente científica de la salud y la podemos concebir como rama de la medicina, hay que reconocer que la llamada “medicina oficial” todavía está bastante alejada de esta concepción de la salud, insistiendo tanto desde la formación académica como desde su filosofía de trabajo en las especialidades, donde, como ya he dicho y escrito en innumerables ocasiones, se pierde el sentido de la globalidad y de interrelación entre órganos y sistemas. Pongo como ejemplo la insignificante importancia que en Psiquiatría o Psicología se le concede al afecto de la dietética y la nutrición sobre la salud mental, a pesar de pruebas científicas reiteradas y habituales que lo demuestran.